
25 años por la Dignidad de la montaña
Aniversario del paro general del Pirineo del 25 de Octubre de 2000
Manifiesto por la Dignidad de la Montaña 2025
En Chanovas, a 27 de abril de 2025.
Un fantasma recorre el Pirineo…
Algo se mueve a través de estas montañas y discurre por los valles llegando a todos los pueblos y colándose por la puerta de cada casa que queda aún sin trancar.
Se siente en diferentes lenguas pero cuenta lo mismo.
Habla de lo que un día fuimos, pero se centra en lo que hemos de ser. Habla de viejos pantanos y de nuevas pistas de esquí. De cañadas y de autovías a medio-construir, de centrales hidroeléctricas y de placas solares. De rebaños y de discotecas en puerto. Del precio del alfalce y del parte de nieve en temporada. De la bombera forestal y del píster. Del carpintero y del Ikea. De Casa -con mayúscula- y de apartamento. De la cartera y del repartidor de Amazon. Del practicante, y del hospital sin UVI móvil. De la vieja sentada junto al portal y de quien la viene a cuidar.
Hablamos de lo que nos pasa. Porque no estamos aquí de paso. Nos criamos en esta tierra o vinimos a trabajar en ella. Y cada día nos echamos a la cama con la preocupación de qué será ésto en el futuro, porque a diferencia de quienes ven en el Pirineo sólo un paisaje, queremos vivir aquí.
Un día como hoy, hace 25 años, un manifiesto hablaba de estas montañas como el paradigma de una minoría. Minoría frente al llano aragonés, y minoría de Aragón en un mundo globalizado: éramos y aún somos parte de ese medio rural que llegaba agonizando al fin del siglo XX sin que las minorías hubiéramos contado para nada.
Nuestros pueblos se ahogaban, literalmente, y nos echaban de casa. Nuestros valles iban quedando inundados uno a uno por pantanos planificados desde Zaragoza, Madrid o Bruselas bajo el pretexto del progreso de las mayorías.
Pero entonces, la montaña se plantó y dijo basta. Estos montes en los que creían que no vivía nadie se levantaron al unísono y el 25 de Octubre paramos. Las escuelas, los tajos, los servicios, las comunicaciones… Un paro general contra los mismos mercados a los que abastecía nuestro trabajo. Contra las directrices de los mismos partidos a los que pertenecían nuestros representantes. Contra quienes nos imponían un modelo de desarrollo sobre el que ni siquiera nos habían consultado.
Un día como hoy, hace 25 años, hicimos de estas montañas, casi más que nunca, un país. Nos unimos. Reclamamos nuestra soberanía y juntos conseguimos, simplemente, que para hablar de este territorio se nos tuviera en cuenta a quienes vivimos en él.
Y esa palabra fluyó como los ríos, y bajó hasta el llano. Inundó todo Aragón de una fuerza que abrió caminos e inspiró a otras luchas.
Y conseguimos que nuestra voz se escuchara en Zaragoza, en Madrid y hasta en Bruselas. Y llenamos las calles y las plazas. Y paramos muchos de aquellos pantanos. Se paró el trasvase. Salvamos muchos de nuestros pueblos y valles. 25 años después seguimos aquí.
Y pese al tiempo seguimos sufriendo de lo mismo. La misma planificación que nos llega desde ciudades lejanas a golpe de decreto de interés general, que no es otro que su interés particular. Y casi consiguen que nos olvidemos del nuestro propio.
De aquellos pantanos todavía queda el de Yesa, que tres décadas después es un despropósito al que siguen sin dignarse a renunciar. Quizá como venganza por aquella osadía, y como amenaza para que no nos volvamos a levantar.
Si no lo paramos hoy, donde no puedan almacenar más agua propondrán almacenes de litio, como el de Samitier, o querrán inundarnos de placas como en La Fueva.
Lo volvimos a ver en Canal Roya. Nuevos planes que no necesitamos y que encima pagamos nosotros. Que se repiten en Benás-Cerler y que se repetirán si no los paramos.
Es hora de parar cuando ya es imposible vivir. Cuando de la Val de Tena a la de Benasque, la vivienda digna cada día parece más un lujo que un derecho que se deba garantizar. Cuando todo el flujo de capital público termina en grandes empresas y sólo nos deja empleos basura y precariedad. Cuando queda tan claro que hay un interés que prevalece que no es el nuestro sino el suyo propio. El suyo ajeno.
Es hora de demostrarles, que unidos de nuevo podemos hacer algo más que mendigar y consentir. Que tenemos derecho a decidir sobre nuestro futuro y en base a nuestros propios intereses. Que tenemos la fuerza de plantarnos. Porque sin estos montes y pueblos, aquellos llanos y ciudades tampoco serían lo que son.
Por eso hoy es momento de parar de nuevo las carreteras que suben desde el llano hasta los puertos, y preguntarnos por qué sólo se llenan los viernes y los domingos. Por qué cada día hay más competencia entre valles y entre pueblos, y menos apoyo mutuo entre vecinos, como ha sido siempre. Por qué tantas de nuestras casas, abiertas durante siglos, permanecen cerradas salvo 15 días al año. Por qué los jóvenes seguimos emigrando.
Vivimos tiempos en los que más que nunca se decide por nosotros. Y sólo les servimos callados y divididos. Pero si algo sabemos en estas montañas es que no valemos para servir. Y 25 años después sólo nos queda volver a ponernos en pie y exigir que, como entonces, se nos tenga en cuenta.
Tenemos que volver a unirnos y levantarnos al unísono por los que se levantaron entonces. Hasta parar el último pantano. Hasta detener la última ocurrencia energética impuesta. Hasta que la vivienda sea un derecho. Para cortar los recursos a quien especula con el turismo de masas, y redistribuirlos entre quienes lo trabajamos. Para construir una tierra donde vivir, con unas infraestructuras pensadas para los que las sufrimos a diario, y no sólo para quienes las utilizan los fines de semana. Por un lugar del que no nos fuercen a marchar, o al que visitar sólo en vacaciones. Por un lugar al que inmigrar, al que volver.
Por una montaña digna para quienes queremos vivir y trabajar aquí.
¡Montañeses y montañesas, arriba de una vez!
Por la dignidad de la montaña.